lunes, 31 de agosto de 2009

¿Libertad de prensa?

Estoy dudando entre contestarle al cagón (si, leíste bien: cagón) que comentó en una entrada viejísima, bajo el nombre de "Anónimo" (que original!!) o escribir algo REALMENTE PRODUCTIVO. Antes de empezar con lo importante, me gustaría suponer que esa persona que escribió recriminándome mi falta de creencia en Dios lee este espacio. En base a esto le digo que, ya que le gusta mostrar que es un machito por comentar y recriminar, también sea machito como para poner su nombre. No soy de los que censuran comentarios pero estuve a punto de hacerlo por ese tema de la falta de identificación.

Yendo a temas importantes, quiero retomar el tema del viernes. Uno de los comentarios me dejó pensando (todos lo hicieron, pero uno lo uso de disparador) puntualmente el de ATENEA. Transcribo textualmente lo que escribió:

"No estoy de acuerdo con el control de la información. Aunque muchas cadenas se centran en decorar o contar las noticias según sus criterios políticos. Hay que estar muy pendiente a la hora de saber la verdad. Sólo tienes que ver que en todos los sitios de una manera u otra la libertad está coaccionada hasta el punto de que varios periodistas pierden su vida por escribir la verdad en la sociedad que les rodea."


Es cierto que el control de información existe. Eso es innegable, y no es tan ajeno a nuestras sociedades como quisiéramos. El tema es que, en este momento en Argentina en donde se empieza a plantear una nueva ley de Radiodifusión, el control de información no existe. No hay pruebas concretas de que haya una participación activa del Estado en censurar y/o perseguir a determinado medio.

Sí existe una tiranía de los medios. Esa tiranía se encarna en la posibilidad de ciertos grupos mayoritarios (monopolios) en decir lo que quieran y en formar (o deformar) la opinión pública. De esa manera, se genera miedo, psicosis, terror, etc. Es muy común (lamentablemente) escuchar a un sector de la población decir que este gobierno no hace nada, que la falta de monedas es culpa de la presidenta, que el país está mal. Ahora, cuando empezas a preguntar no tienen un argumento sólido como para defender lo que dicen: se trata de reproducir lo que dice la tele, el diario, la radio porque "si está en los medios debe ser cierto"


De lo que se trata la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, que el Grupo se empeña en decir que atenta contra la libertad de expresión, es abrir el campo de las comunicaciones. Es impedir los monopolios que van contra el espíritu democrático. Porque si permitímos los monopolios informativos, la libertad de expresión se vuelve libertad de los más fuertes de decir lo que quieran (incluso mentiras). Y el Grupo es especialista en deformar un hecho.


La libertad de expresión es para todos. Para los péqueños, para los vedados de los grandes medios, para los independientes (los realmente independientes) y para los grandes. El tema es que no todos tenemos la capacidad informativa de saturar un mercado. Entonces si sos un medio grande (que de paso comento, se enriquecio con la dictadura del 76, logrando licitaciones que otros no podían) tenés más llegada a la población. Y en base a eso deformas la opinión para tu beneficio personal.

Y después te llenás la boca hablándo de "libertad de prensa". Porque defender lo tuyo es libertad de prensa, ¿qué importan los demás?.
No importan los diarios que compraste y fundiste, no importa la cantidad de gente que dejaste en la calle. Tampoco que mientas para recuperar los negocios que perdiste.


En una nota al margen, le agradezco a la oposición idiota que tenemos...me convencieron definitivamente de que éste es el gobierno que hay que apoyar. A la mayoría, porque mostraron SOLO a aquellos que opinan como ellos (Claro! Si no, se quedan sin espacio para decir las boludeces que dicen).

Ni paz ni bien.

viernes, 28 de agosto de 2009

Pregunta retórica


Estoy encabronado, así que esta entrada va a ser corta. En cuanto logre aclarar la cabeza, prometo escribir del tema. La semana que viene seguramente.


Se presentó el proyecto de ley de Servicios Audiovisuales. Si esta se promulga, se abriría el juego a la participación de más medios de comunicacción y se eliminarían los monopolios.
Grupo Clarín se opone. No es casual: es propietario de la mayoría de los diarios del país, posee cerca de 4 radios, y varios canales de cable y uno de televisión.

Por supuesto, esta oposición se encarna en políticos opositores al gobierno. "Golpistas", dicen algunos. Yo estoy de acuerdo con ellos. El planteo es :" ¿cómo se atreven a gobernar si perdieron las elecciones del 28 de junio? ¿Cómo osan seguir legislando hasta el 10 de diciembre, cuando haya recambio?"


Se habla de control de medios, de ir contra la presa independiente, de ataques constantes con un determinado grupo periodístico comprometido con la verdad.

"Miente, miente, miente que algo quedará" dijo un hijo de puta nazi.


Es así. Empezó la campaña para defender el negocio.

¿Será casualidad que ahora, recién ahora, el Grupo se vuelve independiente?

lunes, 24 de agosto de 2009

Más de lo mismo (y sí...hace bien repoetir de vez en cuando)

"-¿Cómo coincilías tus ideas socialístas ( por no decir zurdo o rojo) con tu fe cristiana?

-De la única manera que es posible. Haciendo una lectura social del ministerio de Cristo."

El flaco me miró con cara de "estás loco".

Y sí. Estoy un poco loco. Es una locura linda para mí, de esas que creen que el mundo puede ser mejor, que hay lugar para la esperanza y el amor.


En una entrada vieja escribí algo similar. Y sigo creyendo lo mismo a pesar del tiempo que pasó. La labor de Jesús no fue solo espiritual. Su llegada al mundo da esperanza al hombre, le permite creer en la posibilidad de un mundo mejor, un orden más justo. Un orden en donde el necesitado pueda tener posibilidades, donde los oprimidos no lo sean más y los opresores pierdan su poder.


Hay más palabras para esa locura. Algunas podrían ser estúpido, idealista, soñador y unos cuantos etcéteras. Son palabras que intentan ser agresivas, acorde a un discurso que goza de las injusticias sociales. La idea del "no se puede" es más fácil de asumir porque es más simple, porque no es un riesgo y porque no desafía la comodidad.



El Reino de los Cielos puede ser aquí y ahora. Solo requiere de valentía, voluntad, amor, esperanza, fe, fuerza y tiempo. No todos estamos o estuvimos dispuestos a asumir esas calidades. Y es un trabajo duro. Pero creo que vale la pena.

Paz y bien.

lunes, 17 de agosto de 2009

Tragáme Tierra!

Hay situaciones en las que querés desaparecer. O morirte, en este caso es lo mismo. Estas son algunos ejemplos personales.


1) Decir: "Los taxistas son unos garcas." Luego, darse cuenta de que estás en un bar de taxistas.


2) Sacar a la perra a pasear y que cague o pille en la puerta del vecino.


3)Sacar a la perra a pasear y que le ladre a las personas sin razon alguna.


4) Sacar a la perra a pasear y que se pelee con algún otro perro.


5) Ver una película con tus padres. Especialmente si es de acción, suspenso, drama, aventura, ciencia ficción, terror, etc. (Ver una película con tus viejos, bah).


6) Preguntar en una cita: "¿Y cómo era tu ex?".


7) Tener una cita con una mujer que está muy cerca de la locura. (No todas están locas...todavía no pienso eso).



8) Salir a la calle con una mancha en el pulover de dentrífico a la altura de la cintura.



9) Salir a la calle con el pelo engrasado.


10) Que no te salgan las cosa en un partido de fútbol (algo muy común para mí). Especialmente si sos delantero y no sabés hacer otra cosa que pegarle a la pelota, como es mi caso.



Paz y bien.

viernes, 14 de agosto de 2009

Oscar Wilde

Les dejo un cuento de este magnífico autor. Es de su libro "Poemas en Prosa", el cual es realmente hermoso. Y bastante difícil de conseguir.


EL MAESTRO DE LA SABIDURÍA

Desde su niñez había sido como es quien está lleno del perfecto conocimiento de Dios, y cuando no era todavía más que un adolescente, muchos de entre los santos, lo mismo que algunas santas mujeres que habitaban en la ciudad libre donde él nació, se habían quedado asombra­dos por la grave sabiduría de sus respuestas.

Y cuando sus padres le hubieron entregado la túnica y el anillo de la edad viril, les besó y se separó de ellos, y se fue por el mundo, para hablar al mundo de Dios. Pues había muchos en el mundo en aquel tiempo que no co­nocían a Dios o tenían de Él no más que un conoci­miento incompleto o adoraban a los falsos dioses que moran en las arboledas y no se cuidan de sus adoradores.

Y dirigió su rostro hacia el sol y emprendió su camino, andando sin sandalias, como había visto caminar a los santos, y llevando al cinto una bolsa de cuero y una pe­queña redoma de barro cocido para el agua.

Y yendo a lo largo del camino se sentía lleno del gozo que procede del perfecto conocimiento de Dios, y can­taba sin cesar alabanzas a Dios. Y después de algún tiempo llegó a una tierra extraña en la que había muchas ciudades.

Y atravesó once ciudades. Y algunas de estas ciudades se hallaban en los valles, y otras estaban en las orillas de grandes ríos, y otras estaban erigidas sobre colinas. Y en cada ciudad encontró un discípulo que le amó y le siguió, y le seguía también una gran multitud de gente de cada ciudad, y el conocimiento de Dios se esparció por toda la comarca, y muchos de los dirigentes se convirtieron, y los sacerdotes de los templos que albergaban a ídolos se dieron cuenta de que habían desaparecido la mitad de sus ganancias, y de que cuando batían sus tambores a me­diodía, nadie, o tan sólo unos cuantos, venían con pavos reales o con ofrendas de carne, como había sido costum­bre en aquella tierra antes de su llegada.

Sin embargo, cuanto más le seguía la gente y mayor era el número de sus discípulos, tanto mayor se volvía su tris­teza. Y él no sabía por qué su aflicción era tan grande, pues hablaba siempre de Dios, e inspirado por la plenitud del conocimiento perfecto de Dios que Dios mismo le ha­bía dado.

Y, una tarde, salió de la undécima ciudad, que era una ciudad de Armenia, y sus discípulos y una gran multitud de gente iban tras él; y subió a una montaña y se sentó en una roca que había en la montaña, y sus discípulos, de pie, le rodearon, y la multitud se arrodillo en el valle.

Y él inclinó la cabeza, la ocultó entre las manos y lloró, y dijo a su alma:

-¿Por qué estoy lleno de tristeza y de temor, y es cada uno de mis discípulos como un enemigo que anda a plena luz del día?

Y su alma respondiéndole le dijo:

-Dios te llenó del conocimiento perfecto de sí mismo, y tú has entregado ese conocimiento a los demás. La perla de gran precio la has dividido, y la túnica inconsútil la has rasgado en dos pedazos. El que entrega la sabi­duría se roba a sí mismo; es como quien da su tesoro a un ladrón. ¿No es Dios más sabio de lo que eres tú? ¿Quién eres tú para desvelar el secreto que Dios te ha confiado? En un tiempo fui rica, y tú me has empobre­cido. En un tiempo vi a Dios, y tú me le has ocultado.

Y lloró de nuevo, pues sabía que su alma le decía la verdad, y que había dado a otros el conocimiento per­fecto de Dios, y que era ahora como alguien que se aga­rra a la túnica de Dios, y que su fe le estaba abando­nando a razón del número de los que creían en él.

Y se dijo a sí mismo:

-No hablaré más de Dios. Quien entrega la sabiduría se roba a sí mismo.

Y algunas horas después, sus discípulos se acercaron a él y se prosternaron y dijeron:

-Maestro, háblanos de Dios, pues tú tienes el cono­cimiento perfecto de Dios, y ningún hombre más que tú tiene ese conocimiento.

Y él respondiéndoles dijo:

-Os hablaré de todas las demás cosas que hay en el cielo y en la tierra, pero de Dios no os hablaré. Ni ahora ni en ninguna otra ocasión os hablaré de Dios.

Y ellos se encolerizaron contra él y le dijeron:

-Nos has conducido al desierto para que te escuchá­ramos, ¿quieres despedirnos ahora hambrientos, a noso­tros y a la gran multitud que has hecho que te siguiera?

Y él respondiéndoles dijo:

-No os hablaré de Dios.

Y la multitud murmuraba contra él y le decía:

-Nos has conducido al desierto y no nos has dado ali­mento que comer. Háblanos de Dios y nos bastará. Pero él no les respondió palabra alguna, pues sabía que si les hablaba de Dios entregaría su tesoro.

Y sus discípulos se fueron entristecidos, y la multitud regresó a los hogares, y muchos perecieron por el ca­mino.

Y cuando estuvo solo, se levantó y dirigió su rostro ha­cia la luna, y viajó durante siete lunas, sin hablar a ningún hombre y sin dar respuesta alguna. Y, cuando la séptima luna estaba en su cuarto megguante, llegó a ese desierto que es el desierto del Gran Río. Y habiendo encontrado una caverna en que había vivido un centauro la tomó por morada, y se hizo una estera de juncos para lecho, y se convirtió en ermitaño. Y, a cada hora, el ermitaño alababa a Dios que había permitido que conservara algún conocimiento de Él y de su grandeza admirable.

Y una tarde, estando el ermitaño sentado delante de la cueva en la que había hecho su morada, vio a un joven de rostro hermoso y perverso que pasaba por allí vestido pobremente y con las manos vacías. Cada tarde, con las manos vacías pasaba el joven por allí, y cada mañana vol­vía con las manos llenas de púrpura y de perlas; pues era ladrón y robaba a las caravanas de los mercaderes.

Y el ermitaño le miró y se apiadó de él, pero no le dijo una palabra; pues sabía que quien dice una palabra pierde la fe.

Y una mañana, cuando volvía el joven con las manos llenas de púrpura y de perlas, se detuvo y frunció el ceño y golpeó la arena con el pie, y dijo al ermitaño:

-¿Por qué me miras siempre de ese modo cuando paso? ¿Qué es lo que veo en tus ojos? Pues ningún, hom­bre me había mirado antes de ese modo. Y es una espina y me causa una inquietud.

Y el ermitaño le respondió y dijo:

-Lo que ves en mis ojos es compasión. La compasión es lo que te mira desde mis ojos.

Y el joven se rió con desdén, y gritó al ermitaño con voz desapacible, y le dijo:

-Tengo púrpura y perlas en las manos, y tú no tienes más que una estera de juncos para acostarte. ¿Qué com­pasión habrías de tener por mí? ¿Y por qué razón tienes esa piedad?

-Me das compasión -dijo el ermitaño- porque no tienes conocimiento de Dios.

-¿Es cosa valiosa ese conocimiento de Dios? -pre­guntó el joven.

Y se acercó a la entrada de la caverna.

-Es más valiosa que toda la púrpura y que todas las perlas de este mundo -respondió el ermitaño.

-¿Y tú lo tienes? -dijo el joven ladrón.

Y se acercó más aún.

-Hubo un tiempo, en verdad -respondió el ermi­taño-, en que yo poseía el conocimiento perfecto de Dios; pero en mi necedad me separé de él, y lo repartí entre los demás. No obstante, incluso ahora, lo que me queda de ese conocimiento es más valioso que la púrpura o las perlas.

Y cuando oyó esto el joven ladrón, arrojó la púrpura y las perlas que llevaba en las manos, y sacando una ci­mitarra afilada de acero curvado dijo al ermitaño:

-Dame, ahora mismo, ese conocimiento de Dios que posees, o ten por cierto que te mataré. ¿Cómo no habría de matar a quien tiene un tesoro mayor que mi tesoro?

Y el ermitaño extendió los brazos y dijo:

-¿No sería más ventajoso para mí ir a las moradas recónditas de Dios y alabarle que vivir en el mundo sin tener conocimiento de Él? Mátame si es ese tu deseo, pero no te entregaré mi conocimiento de Dios.

Y el joven ladrón se puso de rodillas y le suplicó, pero el ermitaño no quiso hablarle de Dios, ni darle su tesoro, y el joven ladrón se levantó y dijo al ermitaño:

-Sea como deseas. En cuanto a mí, iré a la ciudad de los Siete Pecados, que está sólo a tres días de camino desde este lugar, y a cambio de mi púrpura me darán placeres, y a cambio de mis perlas me venderán alegría.

Y recogió la púrpura y las perlas y se fue apresura­damente.

Y el ermitaño le llamó a gritos y le siguió y le suplicó. Por espacio de tres días siguió al joven ladrón por el ca­mino y le rogó que volviera, que no entrara en la ciudad de los Siete Pecados.

Y de vez en cuando miraba hacia atrás el joven ladrón al ermitaño y le llamaba, y decía:

-¿Quieres darme ese conocimiento de Dios que es más valioso que la púrpura y las perlas? Si quieres dár­melo, no entraré en la ciudad.

Y siempre respondía el ermitaño:

-Todas las cosas que tengo te las daré, menos esa única cosa solamente; pues esa cosa no me es lícito en­tregarla.

Y, al crepúsculo del tercer día, llegaron cerca de las grandes puertas escarlata de la ciudad de los Siete Pe­cados. Y de la ciudad llegaba el sonido de muchas risas.

Y el joven ladrón respondió con otra risa, y quiso lla­mar a la puerta. Y mientras lo hacía, se adelantó co­rriendo el ermitaño y le cogió por los pliegues de la túnica, y le dijo:

-Extiende las manos, y pon los brazos en torno de mi cuello, aproxima el oído a mis labios, y te daré lo que queda del conocimiento de Dios.

Y el joven ladrón se detuvo.

Y cuando el ermitaño hubo entregado su conocimiento de Dios, se arrojó al suelo y lloró, y una gran oscuridad le ocultó de la ciudad y del joven ladrón, así que no los vio más.

Y mientras yacía allí llorando se daba cuenta de que había Uno de pie a su lado, y el que estaba a su lado tenía los pies de bronce y los cabellos como de lana fina. Y Él alzó al ermitaño y le dijo:

-Antes tenías el perfecto conocimiento de Dios; ahora tendrás el perfecto amor de Dios. ¿Por qué lloras?

Y le besó.


miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Quién dijo que todo está perdido?

En los últimos días me anduvo dando vueltas por la cabeza esta canción. No soy muy asiduo a Fito Paez (cantautor argentino, poeta y cineasta. Pinchá acá para ir a su sitio), pero me pongo a pensar que un mundo distinto es posible.

Es tan solo una esperanza. Hace unos minutos condenaron al ex general Riveros a cadena perpetua por el asesinato de Floreal Avellaneda. Floreal Avellaneda era un pibe de 15 años al que secuestraron como a tantos otros durante la dictadura que se mantuvo desde 1976 a 1983.

Acá podés leer la noticia si te interesa. El asesino declaró que:"Me considero un demócrata. No soy nazi ni dictador. Ustedes son jueces de la democracia pero no pueden ser nuestros jueces".

De esa forma intentó desconocer la autoridad de los jueces para juzgarlos. Argumento que usan todos los golpistas, el hecho de sacarlos de sus jueces naturales y ques e trata de una revancha política. El problema es que en este país no existen los tribunales militares, así que los jueces naturales son aquellos especializados en derechos humanos. Y que al tratarse de delitos de lesa humanidad son imprescriptibles por orden de la ONU.

Así que lo lamento y espero que te pudrás en la cárcel. Mejor, no te mueras nunca.





¿Quién dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón,
tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.

No será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.

Luna de los pobres siempre abierta,
yo vengo a ofrecer mi corazón,
como un documento inalterable
yo vengo a ofrecer mi corazón.

Y uniré las puntas de un mismo lazo,
y me iré tranquilo, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo,
algo que me alivie un poco más.

Cuando no haya nadie cerca o lejos,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón.

Y hablo de países y de esperanzas,
hablo por la vida, hablo por la nada,
hablo de cambiar ésta, nuestra casa,
de cambiarla por cambiar, nomás.

¿Quién dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón.

Fuente

viernes, 7 de agosto de 2009

Fin de semana...

Para reírse un poco en el fin de semana...Es de una campaña de Argentina de una empresa de Internet y telefonia.

Paz y bien.











miércoles, 5 de agosto de 2009

Cuento de otro...


Hoy les dejo un cuento de Rodolfo Walsh. Hace cosa de2 semanas lo escuche en la radio y me gustó.

Rodolfo Walsh fue un periodista argentino, muerto por la última dictadura militar. Se animó a escribirle una carta a la Junta Militar, que hizo publicar en todos los diarios grandes. La llamo "CARTA ABIERTA A LA JUNTA MILITAR". El que la quiera leer, puede hacerlo aquí.

Lo fueron a buscar y tras un enfrentamiento lo mataron y lo ocultaron, como tantos otros. Es un cuento largo, pero vale la pena.

Los dejo con el texto.



Esa mujer

Rodolfo Walsh

El coronel elogia mi puntualidad:

-Es puntual como los alemanes-dice.

-O como los ingleses.

El coronel tiene apellido alemán.

Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.

-He leído sus cosas-propone-. Lo felicito.

Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.

Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del rio. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneameme, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.

El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.

Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.

Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.

El coronel sabe dónde está.

Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.

El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.

-Esos papeles -dice.

Lo miro.

-Esa mujer, coronel.

Sonríe.

-Todo se encadena -filosofa.

A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.

-La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.

-¿Mucho daño? -pregunto. Me importa un carajo.

-Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años -dice.

El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.

Entra su mujer, con dos pocillos de café.

Contale vos, Negra.

Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.

-La pobre quedó muy afectada -explica el coronel-. Pero a usted no le importa esto.

-¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.

El coronel se ríe.

-La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.

Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.

-Cuénteme cualquier chiste -dice.

Pienso. No se me ocurre.

-Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.

-¿Y esto?

-La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.

El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.

-Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.

-¿Qué más? -dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.

-Le pegó un tiro una madrugada.

-La confundió con un ladrón -sonríe el coronel . Esas cosas ocurren.

-Pero el capitán N. . .

-Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.

-¿Y usted, coronel?

-Lo mío es distinto -dice-. Me la tienen jurada.

Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.

-Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.

-Me gustaría.

-Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?

-Ojalá dependa de mí, coronel.

-Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.

Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.

-Mire.

A la pastora le falta un bracito.

-Derby -dice. Doscientos años.

La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.

-¿Por qué creen que usted tiene la culpa?

-Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.

El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.

-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leido a Hegel.

-¿Qué querían hacer?

-Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oir uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.

-Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.

-Y orinarle encima.

-Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.

No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.

-Esa mujer -le oigo murmurar-. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.

El coronel bebe. Es duro.

-Desnuda -dice-. Eramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitan de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataud -el coronel se pasa la mano por la frente-, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...

Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.

-Me pareció oir. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.

Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparccido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.

-...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos-, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?

-No.

-Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.

Vuelve a servirse un whisky.

-Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.

Bruscamente se ríe.

-Tuve que pagar la mortaja de mi holsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.

Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.

-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahi. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.

-¿Pobre gente?

-Sí, pobre gente.-El coronel lucha contra una escurridiza cólera interior-. Yo también soy argentino.

-Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.

-Ah, bueno -dice.

-¿La vieron así?

-Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...

La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.

-Para mí no es nada -dice el coronel-. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta.

Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.

-A mí no me podía sorprender. Pero ellos...

-¿Se impresionaron?

-Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿ésto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.

Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".

-Beba -dice el coronel.

Bebo.

-¿Me escucha?

-Lo escucho.

Le cortamos un dedo.

-¿Era necesario?

El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.

-Tantito así. Para identificarla.

-¿No sabían quién era?

Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".

-Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?

-Comprendo.

-La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.

-¿Y?

-Era ella. Esa mujer era ella.

-¿Muy cambiada?

-No, no, usted no me entiende. lgualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.

-¿El profesor R.?

-Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.

En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.

-¿Enciendo?

-No.

-Teléfono.

-Deciles que no estoy.

Desaparece.

-Es para putearme -explica el coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.

-Ganas de joder -digo alegremente.

-Cambié tres veces eI número del teléfono. Pero siempre lo averiguan.

-¿Qué le dicen?

-Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.

Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.

-Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.

El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.

-La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.

Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cunal, remedios, cigarrillos, vida, muerte.

-Llueve -dice su voz extraña.

Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.

-Llueve día por medio -dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.

Dónde, pienso, dónde.

-¡Está parada! -grita el coronel-. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!

Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.

-No me haga caso -dice, se sienta-. Estoy borracho.

Y largamente llueve en su memoria.

Me paro, le toco el hombro.

-¿Eh? -dice- ¿Eh? -dice.

Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.

-¿La sacaron del país?

-Sí.

-¿La sacó usted?

-Sí.

-¿Cuántas personas saben?

-DOS.

-¿El Viejo sabe?

Se ríe.

-Cree que sabe.

-¿Dónde?

No contesta.

-Hay que escribirlo, publicarlo.

-Sí. Algún día.

Parece cansado, remoto.

-¡Ahora! -me exaspero-. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!

La lengua se le pega al paladar, a los dientes.

-Cuando llegue el momento... usted será el primero...

-No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.

Se ríe.

-¿Dónde, coronel, dónde?

Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.

Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.

-Es mía -dice simplemente-. Esa mujer es mía.





lunes, 3 de agosto de 2009

Violentos, como bestias que son.

Es triste. Es triste que tengamos un mundo enfermo como el que tenemos. Me corro del lugar moralista y "gorilista" eclesiástico de derecha, de una iglesia mundial que historicamente esta con los ricos que son cada vez más ricos y ataca a los pobres que son cada vez más pobres. Se olvida de los principios biblícos, como la defensa de los débiles, porque ellos no producen beneficios. Y además vienen mal vestidos y sucios. Imaginemonos esto: ¡entran en la casa de Dios con olor!


Y bue...la flora eclesial es así. Desprecia lo que no entiende, ataca lo que no conoce, victimiza a los victimarios. Pero es un problema que va más alla de las estructuras religiosas. El mundo está corrido a la derecha. La pasividad con que contemplamos el golpe de Estado en Honduras es el claro ejemplo.



Los medios desinforman al respecto. O son completamente tendenciosos. Un ejemplo clarísimo es Jaime Bayly, presentador peruano. Con soltura afirmó en uno de sus programas que a Zelaya no era lo suficientemente hombre como para vover a su país. "Las palabras se las lleva el viento" dice la frase. Y es así, el tiempo demostró que Zelaya es lo suficientemente hombre como para animarse a volver aun ariesgo de ver su vida amenzada.
Por otro lado, ¿que se puede esperar de un "periodista" amigo de Vargas Llosa que se depila las nalgas?


Otro ejemplo es la CNN, que insiste en desinformar. Por ejemplo trata de distinta vara a los golpistas (a quienes insiste en tratar de manera honorable) y a Zelaya (a quien le pide que se entregue a la justicia). Pero no se queda ahí : de manera nada disimuldada retiró un móvil en el cual el presidente de EEUU, Obama, reconocía a manuel Zelaya como el presidente constitucional de Honduras (puede verse aquí).


El último ejemplo es una presentadora de Argentina. Expresó de manera cuasi simpática "A mí no me interesa nada lo que pasa en Honduras". Por supuesto, no le interesa ni siquiera su país.
Pero lo grave es que ese mensaje se reproduce en la sociedad, y ya me cruzé con varios imbéciles que repiten lo que dijo.
Sin embargo, esto representa una minoría. El problema grave está en que los medios no informan sobre el tema. No hablan, el tema no existe. Porque lamentablemente (y mal que me pese) todo aquello que no está en la TV no es noticia.


El domingo a la madrugada murio el maestro baleado por la policía. En Honduras los maestros, partidarios de Zelaya y diversos gremios realizaron marchas a favor del presidente constitucional. Eso fue el jueves. Las bestias, como bestias que son, ávidas de sangre, reprimieron la marcha. Seguramente esa también es una medida establecida pr la Constitución hondureña, a la cual defienden.
Que no queden dudas al respecto: el gobierno de Micheletti, el gobierno golpista (mejor dicho) busca el diálogo y una salida pacífica. Siempre y cuando esa salida no sea contraria a la que ellos desean.


Así se maneja la dictadura hondureña. Oficialmente tres manifestantes murieron a manos de la fuerza pública desde el golpe del 28 de junio pasado, alrededor de un centenar resultaron heridos, 400 fueron detenidos por sedición y otros 2000 por violar el toque de queda. “Pero hay otras muertes violentas que se sospecha fueron causadas por militares y policías”, advirtió ayer Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras.


Ese es un fragmento de Página 12, un diario argentino. Uno de los pocos medios que está cubriendo esta tragedia. La nota es del domingo 02 de agosto de 2009.


Como bestias que son, usan la violencia. Como bestias que son, usan la desinformación a su favor. Como derechistas golpistas que son, la Iglesia no se opone publicamente a esto. Porque un golpe de Estado es beneficioso para una estructura que se beneficia cuando hay más y más pobres.
Como bestias que son, justifican sus acciones en pos de una pacificación social. Antes le decían "Proceso de Reorganización Nacional". O "Plan Cóndor".

La derecha es anti pueblo. La derecha es pobreza. No solo económica, es pobreza intelectual, pobreza social, pobreza de libertad. La derecha es antipueblo, que se apropia de las palabras. Porque el campo de la comunicación es una lucha, la lucha de significados. Y si te apropías de palabras que suenen lindo, podés hacer que otros te crean lo que decís.


Me apropio de las palabras de Silvio Rodriguez para cerrar el texto (palabras finales de "En Estos Días")


En estos días
no sale el sol sino tu rostro
y en el silencio
sordo del tiempo gritan tus ojos.

¡Ay de estos días terribles!
¡Ay del nombre que lleven!
¡Ay de cuantos se marchen!
¡Ay de cuantos se queden!
¡Ay de todas las cosas que hinchan este segundo!
Ay de estos días terribles asesinos del mundo



Notas

1) Gorila: se refiere a un término político. Es un opositor del peronismo.

2)"Proceso de Reorganización Nacional" : de esa manera la dictadura argentina de 1976 llamó al Golpe de Estado. Maquillaje semántico, le dicen.

3) "Plan Condor": fue el plan instrumentado por las dictaduras latinoamericanas de los 60-70. Era un plan de colaboración, donde si se descubría a algún refugiado se lo entregaba a las autoridades del país del que se escapaba.