viernes, 27 de junio de 2008

Peliculas recomendadas: El regreso de Todopoderoso

El regreso del Todopoderoso es una continuación de la pelicula del mismo título, Todopoderoso, con Jim Carrey como protagonista. Aquellos que hayan visto dicho filme, recordaran la trama: un periodista molesto con Dios (personificado por Morgan Freeman) cambia roles con él. Al principio todo es divertido y fácil, pero luego las cosas se complican. En fin, es una pelicula divertida, una de las comedias a las que Jim Carrey nos tiene acostumbrados.

Todopoderoso 2 es diferente. No radicalmente, pero si en su contenido. Protagonizada por el genial Steve Carrel (El Superagente 86, The Office, Virgen a los 40), que personifica al presentador de noticias a quien Jim Carrey le robo el puesto (¿se acuerdan?), ahora electo senador. En esa posición es elegido por Dios (Morgan Freeman, nuevamente luciendose) para construir un arca y salvar a los animales de un nuevo diluvio. La incredulidad de Carrel se va perdiendo ante las señales inequivocas de que es algo serio, y no imaginado, como su transformacion (literal) en Noe.

Es una pelicula aun más divertida que la anterior (a mi criterio), con más bromas y un gran actor que esta pasando por un muy buen momento. Sin embargo algunos detalles le sacan gracia. Como no puede ser de otra manera, Hollywood trabaja con estereotipos. Tal es el caso de la secretaria afroamericana del protagonista, de voz aguda y con una broma cada vez que habla. Al principio es gracioso, pero hacia el final se vuelve un poco insoportable.

En definitiva, una pelicula para ver y disfrutar de Steve Carrel, que se luce. Completan el cuadro John Goodman (Los picapiedras, El gran Lebowsky) como el malo de la pelicula, Morgan Freeman como Dios y Lauren Graham (Gilmore Girls) como la esposa de Carrel.

martes, 17 de junio de 2008

¿Cristina o el campo?

-¿Estás con el campo o estás con Cristina?
-¿Cómo?
-Si, viste lo del conflicto entre el campo y el gobierno... ¿De qué lado estás?
-Ah, mirá vos, no sabía que eran bandos que se enfrentaban.
-Eh...
-¿Te das cuenta que le estás preguntando a un ciudadano argentino si está a favor de un grupo económico o del gobierno que tiene, no?
-Si...
-Ajá...
-Bueno, ¿y entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Estás con el campo o estás con Cristina?

Esta es una conversación que me vi obligada a tener muchas veces. Hasta el hartazgo. Como si una situación tan compleja pudiera definirse en dos palabras. Como si se tratara de un país dividido por la mitad, donde sus habitantes tienen que elegir de qué lado de la línea se ponen.
Caminaba por las calles de Belgrano, pretendiendo tomarme un colectivo (ilusa de mí) el día que, podría decirse, estalló el conflicto. Veo policías cortando Avenida Cabildo y a lo lejos comienzo a escuchar ese clan, clan, clan, clan... ‘¿Por qué demonios golpean cacerolas ahora?’, pregunto casi en voz alta. Me acerco. No por interés periodístico, qué va: la parada está en esa cuadra. Eran mayormente mujeres, señoras con ruleros y polleras por debajo de las rodillas, mujeres treitañeras con o sin sus hijos, y algunos pocos hombres, unos de lentes, otros pelados. Pocos jóvenes. Pocos, pero no ninguno.
Por supuesto el colectivo se desviaba más de cinco cuadras adelante, así que como fui tuve que volver, y abusar avergonzada de una cama ajena.
Sorpresa la mía cuando, a la mañana siguiente, comprendo por fin qué estaba pasando: el gobierno había aplicado retenciones a las exportaciones, los inversores agrarios no estuvieron de acuerdo con ello, y una buena parte de la población de la capital se ‘puso de su lado’.
Quiero aclarar algo antes de continuar. Según me dicen por lo que suelo decir, soy un poco machista y bastante gorila. Eso es lo que estiman otros, yo no me voy a autodefinir ahora (a quién le importa, además). Digo esto para que el lector desprevenido que no me conoce comprenda de dónde viene mi opinión: de alguien que suele pudrirse de las estupideces femeninas antes que de las masculinas -tal vez por tomarlas como propias-, y que no tiene ni una pizca de simpatía por el peronismo, ni mucho menos por ninguno de sus representantes.
En Buenos Aires algunos ya veníamos sintiendo que el gobierno no era bien recibido. Mejor dicho, que la Presidenta era vista con mala cara por la opinión pública. Prepotencia, paso de mando entre esposos, ministros dudosos... claro, con todo esto, como para no caer mal. Y todas esas faltas previas del gobierno se le vinieron encima.
‘A la próxima que se mandan, la gente explota’. Y explotó.
¿Qué importaba si esta vez el gobierno de la Nación estaba en su derecho de cobrar las retenciones? ¿Qué importaba que se le gravaran los impuestos a un sector que nunca hizo nada bueno por el país, que apoyó dictaduras? ¿Que se quejó cuando le iba mal y cuando le iba bien, mutis por el foro? ¿Qué importaba que ese gobierno hubiera sido electo con casi la mitad de los votos a su favor? ¿Qué importaba si cada sector opositor iba a aprovechar esta situación para sacar la mayor ventaja posible?
Es fácil agarrar la cacerola y el cucharón, bajar del departamento y golpear hasta que quede la última olla abollada. Reflexionar sobre la situación es un poco más complejo.
Es necesario que recordemos algo que nos enseñaron en la secundaria, y a algunos después, en la facultad: el tipo de democracia en nuestro país se llama representativa. Esto significa que el pueblo delega la soberanía en autoridades elegidas de forma periódica mediante elecciones libres.
Delega la soberanía.
¿Quedó claro? Por las dudas lo digo otra vez:
DELEGA LA SOBERANÍA.
Lo que significa que, una vez electo, el gobierno está en su derecho, dado por el pueblo mismo, de tomar las decisiones que considere correctas y no necesita pedir permiso a nadie. Todo esto siempre y cuando, claro, no se viole la constitución y las leyes previamente establecidas. Por lo que se entiende que algunas de sus decisiones tienen que pasar antes por el Congreso de la Nación.
La situación que se presenta no es otra que esta: se le intenta cobrar a un grupo una parte de lo que gana para que pase al acervo nacional; el grupo no quiere; la ciudadanía lo acompaña, no porque esté de acuerdo con el grupo sino porque está en desacuerdo con su gobierno -con su propio gobierno-; el grupo reclama hasta que las cosas salgan como quiere.
Flaco favor se hizo el mando actual a sí mismo con los discursos que en lugar de acercarlo a la gente lo alejan, la represión en los cortes, y los impresentables de siempre que salen a defenderlo.
Pero todos estos errores no implican que dejemos de recordar que nuestra democracia es representativa, y que hasta la culminación de su mandato, Cristina Fernández puede tomar las decisiones que le parezcan correctas en tanto cumpla con los requisitos constitucionales. Y al que no le gusta, que en lugar de reclamar por una medida que no le parece, exija un cambio en la Constitución, y que en lugar de una democracia representativa tengamos una democracia directa, en la que decidamos de mutuo acuerdo qué se hace y qué no.
Ahí sí vamos a empezar a hablar en serio.

Emile Bari Azah.

miércoles, 4 de junio de 2008

"Yo siempre llego tarde a todos lados" (o "Crónicas del que nacio diez minutos tarde")

Este nuevo texto es cien por ciento verídico, por más que les resulte falso. Son hechos reales que me pasaron y que me gustaría compartirles; la idea es divertirse un poco despues de algunos textos un poco más serios. Es más un deseo que una realidad, posiblemente, pero bueno...espero que lo disfruten y se diviertan.

Yo, Marcos Serrao Gomez, tengo el sentimiento de que de que nací tarde. Naturalmente, llego tarde a todos lados diez minutos (o sea nací diez minutos tarde). Lo peor de eso es que, por más que me esfuerze para llegar temprano, no lo logro. Y tengo que empezar a prepararme una hora antes de salir para llegar apenas diez minutos tarde.
Les voy a dar cautro ejemplos puntuales de mis llegadas tarde.

1) Inglés: en la escuela primaria, yo tenía inglés a partir de cuarto grado. Ustedes no se dan una idea de como lo sufrí. Ahí llegué tarde dos veces, la primera en no saber ni una palabra del idioma. Eramos veinticinco chicos de los cuales cinco estábamos en el grupo de losque "no saben y encima no aprenden". Así que fuí uno de los cinco chicos que dieron un examen final, el cual gracias a Dios (y a al profesora!!!) aprobé.
La segunda llegada tarde fue en séptimo grado. Inglés era hasta sexto grado, por lo que cuando pasé al grado superior me alegré bastante. ¡Ya no tendría que sufrir con el dichoso idioma! Error!!! A principio del año escolar, la directora anuncio:
"Y CON GRAN FELICIDAD, ESTE AÑO IMPLEMENTAMOS INGLÉS TAMBIEN PARA SEPTIMO GRADO". Sin comentarios.
2) Basket: en tercer grado empecé a jugar al basket. Me encantaba este deporte y d hecho duré bastante, cerca de cinco años. En séptimo grado me hice socio de Velez y empecé a jugar ahí. Tengo que decir la verdad, no era Ginobili pero me las arreglaba bastante bien.
Soñaba con llegar a ser federado. NO NO NO NO!!!! (como diria Irma Jusid). Nunca pude demostrar como jugaba, porque los partidos eran los sábados, día que yo cursaba para dar el ingreso al nacional Buenos Aires. Encima de eso, y nunca supe por qué, los que se encargaban del tema nunca iban a vernos en los entrenamientos...fueron solamente un día que yo falte porque tenía que estudiar.
3) Cuando quise comprar una computadora: año 2000. Yo todavía no tenía esa pantalla mágica, capaz de dar tanta felicidad, en casa... de hecho y aunque no me lo crean tengo computadora desde el 2006 recién. En fin.
La historia es la siguiente: una tarde acompañe a mi mamá a hacer unas compras (porque hubo una época en la que eera un buen hijo). Ví un cartel pegado que decía :"vendo computadora pentium no se cuanto, windows 98 (creo), acceso a internet, en buen estado, 100 $". Llame a la persona, con autorización de mi mamá por supuesto, y pregunté por la máquina. "Disculpá" me dijo el tipo, "pero ya la vendí." Y despues vino el tiro de gracia: "Llegaste tarde".
4) Compañera de secundario: después de estarle a una amiga atrás durante casi casi tres años, me decidí. Junté valor y me dije "voy a invitarla a salir al cine". Yo estaba en quinto año, era el último día de clases y podía ir vestido como quisiera. Así que me bañe, me perfumé, me vestí muy bien compo para ir y encararla, y llegué justo cuando salía. La ví y dije "ahora o nunca".
Justo estaba llegando adonde estaba ella cuando me llama un amigo, que no tenía idea de que me gustaba la flaca.
-¿Sabés la noticia?- me dice.
-¿Qué pasó?
-Se puso de novio X e Y.
¡Justo x, la flaca en cuestion! ¡Y justo con Y!!!
Lo peor del asunto es que, encima de que llegué tarde, tenía que seguir viendola, porque era el último día de clases...antes de las vacaciones de invierno.

Estas son algunas de mis llegadas tardes. Son 100 % reales, como dije antes. Hay muchísimas más, pero las estoy guardando para dos libros exclusivos del tema.
Gracias por dedicar unos minutos a leerme.